UNAS ACLARACIONES PREVIAS
El Partido Sindicalista (PS) ha sido el intento más logrado de llevar a cabo una política de tintes libertarios, anarquizante, desde el Parlamento. Entiéndase bien: no fue un partido ácrata. Aunque su impulsor más destacado, Ángel Pestaña, siguiera concibiendo el anarquismo como teoría útil y necesaria para la educación del individuo, para su formación mental y espiritual[1], había renunciado a él explícitamente en 1933 al no considerarlo válido a corto plazo para transformar la sociedad. Así se comprende que el fin último del sindicalismo político continuara siendo la consecución del comunismo libertario, aunque formalmente hubiera roto con los principios básicos del anarquismo y del anarcosindicalismo al considerar ineludible pasar por un período de transición hacia la nueva sociedad.
Tanto por este motivo cuanto por la procedencia ideológica y militante de muchos de sus integrantes, se puede afirmar que la nueva organización fue una manifestación…
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