
El historiador Andrey Fedorov, arqueólogo especialista del Metropolitan Archaeological Bureau de Moscú, encuentra y traduce dos artículos que el anarcosindicalista leonés Ángel Pestaña publicó en el diario Pravda durante su viaje al Segundo Congreso de la Internacional Comunista, en el verano de 1920.
Es bastante conocido que Pestaña se llevó una pésima impresión de la revolución rusa en general. Lo mismo que sobre el Congreso en particular. La decepción del berciano fue tremenda al barruntar que los acuerdos allí adoptados estaban preparados de antemano. Pudo comprobar la inexistencia de actas y que no se respetaba el voto por países ni los 10 minutos de intervención de los delegados,tal y como se había acordado al principio. Además, la traductora se cansaba mucho al hablar 4 idiomas, ralentizando el ritmo, por lo que el leonés propuso el esperanto como idioma auxiliar. Nunca obtuvo respuesta.
En adelante se abstuvo en todas las votaciones y sólosubió a la tribuna para declarar que él representaba a un sindicato antipolítico. Comparando lo que presenció con el funcionamiento del Parlamento español, escribió:“Suprimamos el presidente del Congreso y pongamos en su lugar los componentes del banco azul, y tenéisorganizado un Congreso con su Praesidium” (Pestaña, Memoria al Comité Nacional de la CNT de su gestión como Delegado en el II Congreso de la Tercera Internacional, 1921).
Consideraba, por otro lado, que las normas morales que regían la conducta de los representantes extranjeros eran profundamente burguesas, lo cual no dudó en reprochar al mismísimo Lenin durante el transcurso de una entrevista:
¿Con qué derecho hablan de fraternidad esos delegados, que apostrofan, insultan e injurian a los hombres de servicio en el hotel, porque no están siempre a punto para satisfacer sus más insignificantes caprichos? A hombres y mujeres del pueblo los consideran servidores, criados, lacayos, olvidando que acaso alguno de ellos se haya batido y expuesto su vida en defensa de la revolución. ¿De qué les ha servido? Cada noche, igual que si viajaran por países capitalistas, ponen sus zapatos en la puerta del cuarto para que el “camarada” servidor del hotel se los limpie y embetune. ¡Hay para reventar de risa con la mentalidad “revolucionaria” de esos delegados!
Pestaña, Setenta días en Rusia, lo que yo vi, 1924.
El 7 de septiembre comenzará su viaje de vuelta y, tras ser detenido y encarcelado en Italia durante unas semanas, volverá a ser apresado en cuanto pise Barcelona, el 7 de enero de 1921.
Su juicio, acorde con el parecer del anarcosindicalistafrancés Gastón Leval, asistente un año después al siguiente congreso de la Internacional Comunista en representación de la CNT, fue decisivo para que el anarcosindicalismo español deshiciera sus vínculos con la Internacional Comunista en la Conferencia de Zaragoza (1922). Sin embargo, conviene remarcar que la suya fue una decisión muy meditada; tanto fue así, que aún mantendría la necesidad de permanecer en la Internacional Comunista mientras no se encontrara otra manera más eficaz de ayudar al pueblo ruso.
Pasemos, pues, a reproducir el texto “Movimiento sindical y político en España”.

Me gustaría describir en estas breves líneas la situación de la clase trabajadora en España, su movimiento sindical y político, para dar una idea de todo esto a los lectores de Pravda y a los trabajadores rusos.
En España, como en todos los demás países, hay dos corrientes entre el proletariado: la revolucionaria y la reformista. La primera trabaja bajo tierra y promueve la propaganda entre los trabajadores industriales y campesinos a través de la Confederación Nacional del Trabajo, una organización sindicalista-revolucionaria cuyo bastión principal se encuentra en Barcelona. Esta organización, que se basa en el punto de vista del comunismo y la lucha de clases revolucionaria, a fines de 1917 contaba con 70 mil adherentes, mientras que el último Congreso de la Confederación, celebrado en diciembre de 1919, contó con la asistencia de 525 delegados de toda España en representación de un millón de trabajadores. Así, la Confederación Nacional del Trabajo logró unir a casi toda la clase obrera de España en dos años, gracias a sus actividades y métodos de lucha.
Pero el gobierno español, alentado e inspirado por la burguesía, hizo todo lo posible para obstaculizar los éxitos de la organización sindicalista-revolucionaria; una semana después del congreso, a finales de diciembre, prohibió a la CNT y arrojó a los combatientes más populares a las cárceles, donde todavía están.
El celo con el que el gobierno español cumple su tarea, y cómo protege los intereses de la burguesía, puede juzgarse por el hecho de que más de 500 de nuestros camaradas están languideciendo en prisión, a pesar de que hemos logrado arrebatar a muchos de ellos de manos de la policía y gendarmes.
La CNT, obligada a trabajar ilegalmente debido a la persecución a la que ha sido sometida durante los últimos dos años, y dado que está prohibido trabajar legalmente, ha crecido en número, ha fortalecido su espíritu revolucionario, y así se convirtió en guía de un movimiento de liberación que difundió la clase obrera y los trabajadores de España.
Además de la CNT, en España existe la Unión General de Trabajadores, una organización sindical que se basa en el punto de vista reformista y es una rama del Partido Socialista español. Para mayor claridad, hablemos primero del Partido Socialista.
Fundado en 1890*, gozó de muy poca influencia entre el proletariado español. Si siguió existiendo, fue solo por la Unión General de Trabajadores. En los últimos años antes de la guerra, sin embargo, había crecido en número e influencia. Pero la guerra, primero, y luego la revolución rusa, mostraron cuán engañoso era el poder de este partido. Su crecimiento en los últimos años se ha hecho a expensas de los pequeños elementos burgueses, quienes, considerándose grandes demócratas, se declararon partidarios de la Entente; éstos eran la mayoría; algunos incluso hablaron a favor de la intervención, rompiendo con su pasado supuestamente socialista.
La guerra fue seguida por la revolución rusa, que produjo un efecto completamente opuesto en las filas del Partido Socialista español. El hecho de que los líderes del partido se declararan solidarios con las democracias de los países de la Entente impresionó a amplios círculos del partido, aunque no sacudió su unidad; pero cuando el partido se declaró neutral en relación con la revolución rusa, y a veces incluso la atacó, se formó una facción de izquierda, que comenzó a hacer más y más demandas al partido, insistiendo en que este último se declarara solidario con la causa de la revolución que tiene lugar en Rusia.
Pero todos los esfuerzos de estos camaradas se vieron afectados por el comportamiento del Comité Central, y en el último Congreso del partido, celebrado en Madrid en diciembre de 1919, la resolución de unirse a la Tercera Internacional fue rechazada, aprobándose la resolución de los llamados «reinstaladores» (Estrasburgo).
A partir de ese momento, una lucha feroz comenzó en las filas del partido, lo que de hecho llevó a que las Juventudes socialistas, que habían estado luchando para unirse a la Tercera Internacional, decidieran abandonar el partido y formar el Partido Comunista Español, que, desde su inicio, se unió a la Tercera Internacional.
Pero la lucha en el seno del Partido Socialista no terminó: a finales de junio, en un Congreso Extraordinario del partido, una mayoría bastante débil adoptó una resolución para unirse a la Tercera Internacional.
Y la Unión General de Trabajadores sigue al partido: hablar del partido significa hablar de ella.
En resumen, hay que decir que todas las fuerzas verdaderamente revolucionarias de España, la CNT y el nuevo Partido Comunista, deben ir de la mano en la lucha por la liberación del proletariado español.
ÁNGEL PESTAÑA
Pravda, nº163, 25.07.1920, Moscú.
* Pestaña se equivoca al fechar la creación del PSOE en 1990, ya que se fundó en 1879.
