Ricardo Baroja y Nessi

Ricardo Baroja Nessi (Minas de Ríotinto, Huelva, 12 de enero de 1871 – Vera de Bidasoa, Navarra, 19 de diciembre de 1953) fue un pintor, actor y escritor español, hermano del novelista Pío Baroja. Destacó como aguafuertista y grabador.

No es este el lugar para repetir su biografía ni de repasar su actividad artístico-literaria (clickar su nombre). Nos limitaremos, pues, a hacer un breve repaso de su trayectoria política, la de un republicano que, como tantos otros, se fue acercando al anarquismo.

Ricardo Baroja en el Museo San Telmo de San Sebastián, en 1938. Fuente: Wikipedia.

A comienzos del siglo XX parece ser que se relacionó en la bohemia con militantes y simpatizantes libertarios, entre ellos Mateo Morral, cuyo cadáver tomaría como modelo para uno de sus aguafuertes. En 1912 consta su afiliación en Madrid al Partido Republicano Radical de Alejadro Lerroux, siendo elegido Vicepresidente primero del Distrito de Palacio. Dicha vinculación se alagará hasta los primeros tiempos de la II República, momento en que, tras renunciar a su puesto de Secretario de Exposiciones de Bellas Artes, se presenta a las elecciones generales de junio de 1931 en la “Candidatura del Pueblo” junto a otros republicanos de extrema izquierda: Ramón Franco, José Verdes Montenegro, José Martí, Pablo Rada, Rodrigo Soriano, Ramón Calamanzano, Sixta Carrasco y Felipe Sánchez Román, Rosa Martín de Antonio, Alberto Vayo y María Zambrano. Ya a finales de la Dictadura de Primo de Rivera, en París, se había relacionado con elementos relacionados con los intentos revolucionarios de Jaca y Cuatro Vientos, quienes le proporcionaron propaganda y una ametralladora para pasar a España.

En los años de la II República fue habitual su colaboración en el periódico republicano madrileño La Tierra, donde el 31 de mayo de 1931 ya publicó la carta de dimisión como Secretario de Exposiciones de Bellas Artes. Al año siguiente comenzó a escribir la serie “De buena fe” en El Imparcial, desde donde lanza severas críticas contra la República y los hombres del régimen, entre ellos su otrora amigo Manuel Azaña.

En agosto de 1933 retornó e intensificó su colaboración en La Tierra a través de la columna “Ventana abierta», la cual duraría un año (110 textos). Se va impregnando entonces de las ideas de su director, Cánovas Cervantes, curiosa mezcla de republicanismo radical, anarquismo y esencialismo ibérico; tanto es así, que Baroja se presenta en la capital a las elecciones de noviembre de 1933 en la candidatura conjunta de La Tierra y el Partido Social Ibérico, pequeña formación de corte anarquizante, escisión del Partido Social Revolucionario de José Antonio Balbontín, que se presentó en Sevilla y Madrid. Lo interesante de esta organización es que ya propuso el municipalismo político y la sindicalización de la producción como formas de organización del cambio revolucionario.

No en vano, muchos de sus militantes entrarán más tarde en el Partido Sindicalista de Pestaña. Baroja hará lo propio tras un breve paso por el partido republicano de Diego Martínez Barrio, de nuevo siguiendo la orientación de La Tierra. Así, el 23 de mayo de 1935, Baroja debía dar una conferencia en el local del Partido Sindicalista en Madrid ( c./ Isabel la Católica 17, entresuelo ), pero finalmente fue suspendida por la Dirección General de Seguridad. A mediados de junio pudo llevarse a cabo con la asistencia de 54 personas. Y en septiembre de ese mismo año acude en Madrid a un acto de presentación de El Sindicalista, vocero del PS, donde encontramos artículos suyos.

No obstante, no formó parte de los cuadros del partido ni encontramos su nombre en ningún pleno. Después del golpe de julio de 1936 se refugió en “Itzea”, la casa de los Baroja en Vera de Bidasoa, comenzando un período en que tuvo que afrontar pintando el problema diario de la supervivencia.

Bibliografía


– Barona Martínez, Carlos: “Ricardo Baroja en La Tierra: una política anarquista (1931-1935)”, en Ruiz Carnicer, M.A. y Frías Corredor, C. [coords.] (2001): Nuevas tendencias historiográficas e historia local en España: actas del II Congreso de Historia Local de Aragón (Huesca, 7 al 9 de julio de 1999). Disponible en https://issuu.com/diputacionprovincialdehuesca/docs/tendencias_historiogr_ficas (consulta: 1-5-2020).

– Caro Baroja, Pío: «Ricardo Baroja Nessi», portal de la Real Academia de la Historia. disponible en http://dbe.rah.es/biografias/7910/ricardo-baroja-nessi (consulta: 1-5-2020).

– García de Juan, Miguel Ángel: «Ricardo Baroja, El Imparcial y el debate del Estatuto de Cataluña de 1932», Sancho el sabio: Revista de cultura e investigación vasca, Nº 39, 2016, pp. 91-116. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5748521 (consulta: 1-5-2020).


– Santos Santos, María Cruz (2012): Ángel Pestaña “Caballero de la Triste Figura”. Stuttgart: Editorial Académica Española.

Hemeroteca digital BNE


La Libertad, Madrid, 25.5.1935.

La Revista Blanca, Madrid, 14.6.1935 

– El Heraldo 25.9.1935.

Los otros republicanos: el capitán Cuerda (1901-1939)

Ser Histórico

Carlos Cuerda Gutiérrez, militar y abogado[1]. Nace en Torrubia del Campo (Cuenca) en 1901. Ingresa en la Academia de Infantería de Toledo en 1916[2] y diez años más tarde ya es capitán. Masón, pertenece a la Logia Fe y Democracia nº 22, dependiente de la Gran Logia Española, en la cual también encontramos a Pedro Vallina (CNT) o a Justo Feria (Partido Republicano Democrático Federal)[3].

   Agitador durante las huelgas de 1930 en Sevilla. Proclamada la Segunda República el 14 de abril de 1931, los acontecimientos de aquella misma noche culminan al día siguiente con el asalto a la cárcel sevillana del Pópulo, en que doscientos once presos políticos y comunes son liberados. Entre ellos está el socialista Cuerda, quien capitaneaba el Regimiento de Infantería de Granada al ser encarceladoLos manifestantes, adueñándose del centro de la ciudad, lo pasean en hombros por…

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El posibilismo anarquista: cumbres inalcanzables, pendientes resbaladizas — Polémica

 

La historia del anarcosindicalismo español, como ocurre en todo gran movimiento social, se debatió siempre entre la fidelidad a sus principios ideológicos y su necesidad de adecuarse a las circunstancias de cada momento histórico. Junto a los Durruti o García Oliver, siempre estuvieron los Pestaña o los Peiró. Todos ellos hicieron de la CNT lo […]

a través de El posibilismo anarquista Cumbres inalcanzables, pendientes resbaladizas — Polémica

Algunos precedentes del PS

Cuando la CNT comenzó su colaboración en los gobiernos de Largo Caballero y –no se olvide- Juan Negrín durante la guerra de España, el Partido Sindicalista (PS) representaba, quizá, el intento más serio de llevar a cabo un programa de corte libertario desde las instituciones.  

Aunque no fuera propiamente desde las filas confederales, de cuyo seno habían sido expulsados muchos militantes a raíz de la crisis treintista[1], y menos aún desde el anarquismo, desechado por Pestaña como teoría capaz de lograr la transformación social[2], la aventura política del PS se ha convertido en un lugar común, incrustado de tópicos, al tratar el tema del reformismo en la CNT. Creado en abril de 1934[3], logró representación parlamentaria en las elecciones de febrero de 1936, a las que acudió integrado en la alianza de izquierdas del Frente Popular.

Sin embargo, los intentos de participación directa en política desde posiciones afines al anarcosindicalismo no eran novedad en España. (Me referiré en exclusiva a la intervención en procesos electorales y la participación desde las instituciones. Seguro que hay otros casos, que no trato por desconocimiento o por no hacer el artículo demasiado largo. Desde aquí lanzo el guante para que otros profundicen en el tema. Existen otros ejemplos y bien estudiados relacionados con la intervención de la CNT en política, desde el posibilismo de Salvador Seguí hasta el “anarco-bolchevismo” de los García Oliver y compañía, pero no son el objeto de este estudio[4]).

En las elecciones municipales de noviembre de 1917, un grupo de militantes confederales asturianos, fracasada la huelga general de agosto, presentó candidatura en Gijón con el nombre de Grupo Sindicalista Parlamentario. Sus líderes fueron Laureano Piñera  y Ramón Martínez. Piñera, que había sido detenido tras la huelga, era entonces el secretario de la Confederación de Metalúrgicos; Martínez era secretario de la Federación de Sociedades de Resistencia Solidaridad Obrera. Duramente criticados desde la CNT, no soportaron el fracaso electoral y el grupo se diluyó en poco tiempo.[5] La experiencia, que no deja de ser anecdótica, representa un precedente del pestañismo al romper el tabú de la representación política[6], más aún al acontecer tras el fracaso y la represión de una huelga, momento en que se buscan otras vías para mejorar la situación de los trabajadores. También comparten algo en común con muchos otros partidos republicanos: el deseo de recabar el voto de los anarcosindicalistas. De igual modo se la puede considerar una precursora de lo sucedido en muchos municipios durante la guerra de España; en este caso concreto, el cenetista Avelino G. Mallada fue alcalde de Gijón desde octubre de 1936 a octubre de 1937.

Enlazando con la tradición republicana federal, en su interpretación más revolucionaria y obrerista, encontramos bastantes ejemplos de doble militancia confederal y republicana. Quizá el paradigma sea el abogado, escritor y político –entre otras muchas cosas disciplinas- Eduardo Barriobero y Herrán[7], fiel seguidor de las ideas de Pi y Margall y cenetista afiliado al Sindicato de Profesiones Liberales desde 1912. Defensor de obreros en innumerables procesos judiciales, algunos muy famosos, su vida tiene abundantes coincidencias con la de sus clientes: militancia decidida, propaganda desde la prensa, cárcel, exilio, intentos de asesinato por parte del Sindicato Libre en los años del pistolerismo…  Fue diputado en Cortes en 1914, 1918 y 1919, recabando para ello el apoyo obrero y sindical. Desde su escaño se posicionó en favor de los presos, denunció casos de corrupción y reclamó libertades civiles. Durante la dictadura de Primo de Rivera participó en la Sanjuanada de 1926 como enlace del comité de la CNT en Gijón y, tres años después, en la conspiración de José Sánchez Guerra (intentos fallidos de golpe de Estado para derrocar el régimen).

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Mundo Gráfico, 1922.

Proclamada la II República, volvió a ser elegido diputado a Cortes Constituyentes por Oviedo en las generales de junio de 1931. Fue parte del grupo al que Ortega y Gasset bautizó como ‘jabalíes’; adscritos a diferentes partidos republicanos, algunos trataron de escorar a la República hacia la izquierda desde posiciones socializantes, federalistas y anticlericales.  Entre ellos hay que citar a  Ángel Samblancat, abogado y periodista afiliado al Partido Republicano Demócrata Federal (PRDF), presidido por Barriobero, y también estrechamente ligado al anarcosindicalismo desde los años de la Restauración.

A mediados de 1935, el PRDF firmó un acuerdo de colaboración  con el Partido Sindicalista de Ángel Pestaña.[8]Las concomitancias entre ambos partidos eran claras: en el plano ideológico, la federación libre de municipios era el eje político vertebrador de la nueva sociedad; estratégicamente,  el régimen republicano constituía un avance y un paso previo ineludible hacia una sociedad sin capitalismo; y ambos buscaban los votos de los afiliados a la CNT, cantera natural de donde extraer sus bases.   Durante medio año será frecuente ver a representantes de ambas formaciones actuando conjuntamente y compartiendo locales en mítines, conferencias, etc. La alianza durará hasta la formación del Frente Popular, momento en que el primer Pleno Nacional del PS, celebrado a finales de enero de 1936, votó su incorporación a la alianza electoral de los partidos de izquierda y rechazó su fusión con los republicanos federales[9].

Otro caso interesante donde la línea que separa anarquismo y federalismo republicano se estrecha, es el de la candidatura conjunta del Partido Social Ibérico y el diario La Tierra, que concurrió en Sevilla y en Madrid a las elecciones generales de noviembre de 1933.

diario la tierra

La Tierra, dirigido por la controvertida figura de Salvador Cánovas Cervantes[10], comenzó a publicarse a finales de 1930. El subdirector era Mariano Sánchez-Roca y como Redactor-jefe, Eduardo de Guzmán. Su Redacción la completaban Ricardo Baroja y Ezequiel Endériz.  Y entre el grupo de colaboradores volvemos a encontrar a republicanos de extrema izquierda como Barriobero, Samblancat, Salvador Sediles, José Antonio Balbontín y Rodrigo Soriano (todos, excepto Balbontín, acabaron en la CNT durante la guerra, ocupando puestos de responsabilidad); junto con cenetistas como Juan Peiró, Melchor Rodríguez, Mauro Bajatierra, Felipe Aláiz y Jacinto Toryho.

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De izqda. a drcha.; de pie: Ezequiel Endériz (redactor), Luis Rodríguez (administrador) y Eduardo de Guzmán (Redactor-Jefe); sentados: Mariano Sánchez-Roca (Subdirector) y Salvador Cánovas Cervantes (Director).

De marcado carácter republicano, sus primeros números dieron soporte a los levantamientos de Jaca y Cuatro Vientos. En agosto de 1931, se alineó con quienes consideraron que la República se quedaba corta en lo social y se excedía en materia de orden público. Como dijera Balbontín, se trataba de estar con la República, pero contra esta República. Una de las máximas fue: “Llegar tan lejos como sea capaz de llegar el pensamiento político y social de los españoles”.

Impregnado de las ideas de su director, La Tierra defendió una línea de actuación más o menos afín a la CNT, organismo que representaba –según él- lo mejor del carácter «racial»  español[11], el único capaz de llevar a cabo la revolución en un pueblo en esencia individualista. Durante períodos de férrea censura, La Tierra se convirtió en el vocero oficioso de la Confederación. Sin embargo, la línea editorial optó por la vía política y por la participación electoral para lograr sus propósitos, procurando conseguir el apoyo de las masas sindicalistas en las urnas.

Desde 1933 La Tierra apoyó al Partido Social Ibérico (PSI); tanto fue así, que sus periodistas se integraron en algunas de sus candidaturas electorales presentadas en las generales de  noviembre de 1933. Otra forma de participación fueron las curiosas Peñas de amigos de La Tierra,  grupos encargados de la defensa de la salida del periódico en época de censura, o bien de apoyar las campañas por la transparencia política y contra la represión obrera, el enchufismo y la multiplicidad de cargos durante la República. Otras veces eran simples tertulias reunidas en cafés o en locales de agrupaciones republicanas de izquierda (íntimamente ligadas al Partido Social Ibérico) cuando no disponían de espacio propio.[12]

El PSI era otra de tantas escisiones del republicanismo de extrema izquierda, en concreto del Partido Social Revolucionario, creado en 1932 y liderado por  José Antonio Balbontín. Al año siguiente, una parte –Balbontín incluido- decidió pasarse al Partido Comunista, mientras que el resto adoptó la denominación de ‘ibérico’ en consonancia con el ideario del periódico madrileño. El anarquismo, el sindicalismo y el PSI conformaban, en su ideario, la síntesis del iberismo. El programa –que adjunto-  tuvo tintes anarquizantes.

Programa PSI

La Tierra, 22-2-1933; p.4

Sevilla y alrededores fue el epicentro de su militancia. También encontramos núcleos en otras zonas de Andalucía, Madrid, Bilbao, y algunas localidades de Castilla y Asturias. A la candidatura por Sevilla capital se presentó su líder, el ex capitán revolucionario Carlos Cuerda, junto con los periodistas de La Tierra Cánovas Cervantes, de Guzmán y Endériz; por la provincia repitieron los mismos, a los que hay que añadir al otro líder del PSI, también ex capitán –sublevado de Jaca- José Mª Piaya, Ricardo Baroja, y los obreros Domingo Navarro y José Gallardo.[13] También presentaron candidatura en Madrid.

Carlos Cuerda

El capitán Carlos Cuerda, rodeado por obreros de la Unión Ferroviaria, al proclamarse la II República.

Ante las críticas de la CNT por su participación en el juego electoral, el partido explicó que se trataba de una táctica para lograr la inmunidad parlamentaria y, de este modo, servir mejor a la revolución. Pese a los esfuerzos, el fracaso en los comicios dejó a la candidatura sin representación. Desde las páginas de La Tierra se hizo una dura crítica al abstencionismo promovido por la CNT, culpable de haber entregado la República a las derechas. Fue, pues, en la ámbito de la cultura donde la confluencia entre unos y otros fue mayor. A partir de entonces, la táctica de La Tierra fue dar soporte a la Alianza Obrera que se irá conformando entre los partidos de izquierda. Cánovas Cervantes, Baroja y la línea editorial se pasarán al Partido Radical Demócrata de Diego Martínez Barrios, integrado después en la Unión Republicana. Los restos del PSI se fusionarán con el PS de Pestaña en mayo de 1935[14].

Bibliografía:

  • Barona Martínez, Carlos: “Ricardo Baroja en La Tierra: una política anarquista (1931-1935)”; en Ruiz Carnicer, M.A. y Frías Corredor, C. [coord.](2001): Nuevas tendencias historiográficas e historia local en España: actas del II Congreso de Historia Local de Aragón (Huesca, 7 al 9 de julio de 1999)
  • Barrio Alonso, Ángeles (1986): Anarquismo y anarcosindicalismo en Asturias (1890-1936) [tesis doctoral]. Universidad de Cantabria (Departamento de Historia Moderna y Contemporánea)
  • Elorza, Antonio.: “Carácter nacional e ideologías (1914-1936)”; en Triunfo, 9-12-1972 [nº 532, extra], Madrid.
  • Elorza, Antonio (1974): “El sindicalismo de Ángel Pestaña”[prólogo]; en Pestaña, Ángel: Trayectoria Sindicalista. Tebas, Madrid.
  • Fontecha Pedraza, Antonio: “La Tierra (1930-1935)”; en Prensa obrera en Madrid (1855-1936). Fuentes para el estudio de la cultura popular madrileña en los años treinta. Ed. Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura. Revista Alfoz, Madrid, 1987.
  • Íñiguez, M. (2008): Enciclopedia histórica del anarquismo español. Asociación Issac Puente, Vitoria.
  • Losada Urigüen, María: “Extremismo republicano y anarcosindicalismo en la década de los treinta: ideología, cultura y política de una relación”; en Comunicaciones del I Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea de la AHC (Zaragoza, 26, 27 y 28 de septiembre de 2007), 2008.
  • Santos Santos, M.C. (2003): Ángel Pestaña “Caballero de la Triste Figura”; Editorial Académica Española, Saarbrücken (Alemania.)

 

Citas:

[1] Escisión en la CNT entre los partidarios de la revolución por la vía insurreccional ante una República tibia en lo social y contundente en materia de orden público, y los que preferían contemporizar con el nuevo régimen con el fin de preparar mejor a las masas de trabajadores,  mediante la educación y el ejemplo, para el cambio revolucionario. Toma su nombre del Manifiesto de los Treinta, firmado por Pestaña, Joan Peiró y 28 compañeros más, y publicado en la prensa en agosto de 1931.

[2] Mantiene, no obstante, su validez como doctrina filosófica y pedagógica. V.  Pestaña, Ángel (1933): “Lo que aprendí en la vida”; en Pestaña, Ángel (1974): Trayectoria sindicalista [prólogo de Antonio Elorza.] Ed. Tebas, Madrid; p. 213.

[3] La fecha de la fundación del PS no es baladí. Sorprende que autores consagrados de la historiografía libertaria como José Peirats (2006 [1976]: 207)  o César M. Lorenzo (1969: 55)  no acierten el año de su creación, adelantándolo a 1932 y a 1933 respectivamente. También Pere Foix (1976 [1957]: 139) establece los primeros contactos entre militantes para crear el nuevo partido en octubre de 1932, aunque escribe que no está seguro de ello. La confusión perdura hasta nuestros días.

[4] Para conocer algunos antecedentes de la participación gubernamental de la CNT en 1936, V. César M. Lorenzo (1969): Los anarquistas españoles y el poder. Ed. Ruedo Ibérico, París; pp. 43-74.

[5] Barrio Alonso, Ángeles (1986): Anarquismo y anarcosindicalismo en Asturias (1890-1936) [tesis doctoral]. Universidad de Cantabria (Departamento de Historia Moderna y Contemporánea); p. 226.

[6] Íñiguez, Miguel (2008): Enciclopedia histórica del anarquismo español (vol. II) Asociación Issac Puente, Vitoria; p. 1284.

[7] Para profundizar en la figura de Barriobero, acaba de publicarse una biografía elaborada por José Luis Carretero (2017): Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí [prólogo de Julián Vadillo.] Queimada Ediciones, Colección Nuestra Memoria, Madrid.

Véase también Bravo Vega, Julián (2002): Eduardo Barriobero y Herrán (1875-1939). Una nota sobre su vida y escritos. Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, Madrid.

[8] “La actividad republicana de izquierdas. El partido democrático federal y el partido sindicalista han firmado un pacto de acción.”; en La Libertad, 9-7-1935, Madrid; p.2.

[9] Elorza, Antonio (1974): “El sindicalismo de Ángel Pestaña” [prólogo]; en Pestaña, Ángel: Trayectoria Sindicalista. Ed. Tebas, Madrid; p.71

[10] Pedro Sainz Rodríguez, un político derechista, cuenta en su biografía que los monárquicos usaron La Tierra como un medio de agitación contra el gobierno social-azañista. V. Sainz Rodríguez, P. (1978): Testimonios y recuerdos. Ed. Planeta, Barcelona; p.246. Citado por Antonio Elorza: “En torno a La Tierra”; en El País, 27-2-2007.

En una dura polémica que Cánovas Cervantes tuvo con el socialista Ángel Galarza, éste le acusó desde las páginas de El Socialista de defender los intereses de Juan March.

[11] En las páginas de La Tierra, sobre todo durante la crisis del primer bienio, se pueden leer frecuentes alusiones al carácter individualista y el temperamento “racial” libertario español, desechando modelos extranjeros en boga como el fascismo o el bolchevismo: “Que cada cual haga la revolución en su casa. En España haremos la nuestra, y todos juntos serviremos a la Humanidad.” (V. “Un gran revolucionario. Salvador Cánovas Cervantes en Sevilla”; en La Tierra, 5-5-1933, Madrid; p.4) Cánovas Cervantes dedicó muchas líneas a la reflexión sobre la formación y las particularidades de la identidad nacional ibérica y al análisis de las peculiaridades del genio y la raza españoles.  La idea – que hoy llama la atención- era dominante por aquella época en todo el espectro político, incluido el que nos ocupa. El libro Ingleses, franceses, españoles: Ensayo de psicología colectiva comparada, de Salvador de Madariaga, se publicó en 1929 y se reeditó cada año hasta 1934. En él, el autor, a pesar de reconocer lo poco de científico que tiene el asunto, defiende la idea de que los pueblos poseen un carácter nacional. Al año siguiente, el socialista Luis Araquistain publicó El ocaso de un régimen, que comienza con un “Ensayo de patología del alma española”, donde se vuelve a tratar el tema. El mismo Ángel Pestaña se refiere al estereotipo del individualismo hispano en el folleto Sindicalismo, editado por los Cuadernos de cultura de Marín Civera en mayo de 1930. Cinco años más tarde, en Por qué se fundó el Partido Sindicalista, volverá a tratar el tema y coincidirá con Cánovas Cervantes al afirmar que el pueblo español no es apto para el modelo marxista: “No hay pueblo tan predispuesto por su naturaleza al ejercicio de una democracia de verdad  como el pueblo español.” (p.51)

[12] Losada Urigüen, María: “Extremismo republicano y anarcosindicalismo en la década de los treinta: ideología, cultura y política de una relación”; en Comunicaciones del I Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea de la AHC (Zaragoza, 26, 27 y 28 de septiembre de 2007), 2008.

[13] “En Sevilla. Partido social ibérico”; en ABC, 7-11-1933, Sevilla; p. 26.

[14] “Los partidos Sindicalista y Social Ibérico se fusionan”; en La Tierra, 29-5-1935; p.4.