Este viejo coronel de bigote amarillento, gracejo en momentos de calma y enérgico en los de lucha , estampa de nuestros luchadores liberales del siglo XIX, se hizo muy popular durante la defensa de Madrid en los primeros compases de la Guerra de España.

Arturo Mena Roig nació en Cartagena (Murcia) el 2 de abril de 1878. Era hijo de un teniente coronel de Artillería. Ingresó en la Academia de Infantería en 1895 y, tras seguir los cursos abreviados que la situación en Cuba y Filipinas imponía, logró a final del año siguiente el empleo de segundo teniente. Sin embargo, no participó en aquellas campañas[1]. En 1906 se casó con Sofía de la Torre Carrión.
Fue en África donde tuvo su bautismo de fuego, permaneciendo allí casi ininterrumpidamente desde 1915 hasta 1925. Pasó por diversos destinos y logró condecoraciones; aunque debió de ser persona de salud delicada, pues en su hoja de servicios constan numerosas licencias por enfermedad. Sea como fuere, el 13 de febrero de 1929 alcanzó el grado de Teniente Coronel de Infantería.

En 1931 causó baja en el Ejército. No era la primera vez. Estallada la Guerra de España pasó enseguida a mandar unidades de milicianos. Así, a comienzos de agosto de 1936 lo encontramos en una columna que había partido desde Tarragona y tomó las localidades aragonesas de La Zaida y Azaila.
Participó en el asedio al Alcázar de Toledo, y a finales de septiembre mandaba un grupo de milicianos de Cuenca, el batallón nº 2. En octubre lo encontramos en el frente de Madrid defendiendo el Puente de Toledo, en la carretera de Carabanchel. Solicitó el reingreso en el Ejército, que le fue concedido el día 16 de ese mismo mes con el rango de Coronel por méritos de guerra.



La noche del día 17 llegó a su cuartel general, situado en Torrejón de Velasco (Madrid),un joven llamado Ángel María de Lera, recién nombrado Comisario de Guerra y asignado a su unidad. El futuro novelista nos dibuja un breve retrato del Coronel «Sena» en Las últimas banderas (1967), destacando su valor y su sentido del deber durante la víspera y el primer día de una contraofensiva sobre Illescas (imagen de cabecera), de donde tuvo que ser evacuado por una herida leve en la pierna.
A finales de noviembre, la Junta de Defensa de Madrid, a propuesta de Vicente Rojo, le asignó el mando sobre las columnas de Arce, Prada y Bueno para la defensa del sector que llegaba hasta Villaverde.
En febrero de 1937 participó en el Jarama al mando de la I Agrupación, en la zona de Arganda. A punta de pistola salvó de ser linchados a unos aviadores capturados al ser derribado su aparato.

A final de mes se hizo cargo de la Agrupación Autónoma de Extremadura-Sur del Tajo, cuyo cuartel general estaba el Cabeza del Buey (Badajoz). En mayo de 1937 dirigió un ataque fallido contra las posiciones enemigas situadas al sur de Toledo, con el apoyo de la 11ª División de Enrique Líster.
Tras la batalla de Madrid mandó la 61ª División y, más tarde, el VII Cuerpo del Ejército hasta agosto de 1937. A partir de ese momento fue perdiendo protagonismo. El 24 de abril de 1938 pasó a situación de disponible forzoso a las órdenes del Subsecretario del Ejército de Tierra, con residencia en Barcelona, y dos días más tarde se le requería para que se presentase con toda urgencia en la Comandancia Militar de Cataluña. En junio expresó se adhesión al gobierno de la República, no figurando ningún destino o cargo.
La gran firmeza en la defensa de las líneas de Madrid le dio popularidad; una fama alimentada, además, por sus excentricidades; por ejemplo, tener de mascota una mona llamada Catalina.

Se adhirió al Partido Sindicalista de Ángel Pestaña. Tanto fue así, que ocupó junto a Eduardo Medrano un lugar destacado en la comitiva que acompañó el cadáver de Pestaña por las calles de Barcelona durante su entierro.
Fue pionero en crear batallones con grupos de diferente filiación política; sin embargo, las disputas entre facciones del bando republicano le impidieron conformar una columna completa de estas características.
Durante el conflicto solicitó su entrada en la logia Themis nº 13 de Barcelona, perteneciente a la Gran Logia de Catalunya. Fue encausado por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo (sumario 777-44).
Terminada la guerra, se exilió en Montauban (Francia). Permaneció allí hasta que los alemanes, en 1940, registraron su casa. Decidió entonces marcharse a México, donde sobrevivió, entre otros trabajos, vendiendo plazas en el cementerio Panteón Jardín de la ciudad México.
Murió allí en 1950, a los 72 años.


BIBLIOGRAFÍA
BARBA LAGOMAZZINI, Juan (2015):Hombres de armas de la República. Guerra Civil Española 1936-1939. Biografías de militares de la República.Madrid: Ministerio de Defensa.
CARROBLES, J.; MORÍN, J. [eds.] (2016): 1036-39. Toledo. Arqueología de la guerra civil española. Propuesta metodológica para el estudio de los Paisajes de la Guerra. Madrid: Audema.
DE PAZ SÁNCHEZ, Manuel (2004): Militares masones de España: diccionario biográfico del siglo XX. Valencia: Centro Francisco Tomás y Valiente UNED Alzira-Valencia, Fundación Instituto de Historia Social.
WEBGRAFÍA
MENA, Esther: Mi otro yo, «Mi bisabuelo Arturo Mena Roig», en https://esthermena.blogspot.com/2017/02/mi-bisabuelo-arturo-mena-roig.html
SALAFRANCA ÁLVAREZ, Juan Ignacio: “Arturo Mena Roig”, en http://dbe.rah.es/biografias/77138/arturo-mena-roig (consulta: 14-6-2019).
HEMEROGRAFÍA
Hemeroteca digital de la BNE (Solidaridad Obrera, La Libertad, El Pueblo, Ahora, La Voz y El Sol).
Hemeroteca digital La Vanguardia.
Hemeroteca digital ABC.
[1] El novelista Ángel Mª de Lera, en Las últimas banderas (1967), sí lo considera veterano de la Guerra de Cuba.