Sobre la quema de iglesias y conventos, Pestaña a Calvo Sotelo en el Congreso de los Diputados

Fragmento de la intervención de Ángel Pestaña durante la conocida sesión en que José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, expuso en su discurso de réplica una relación de incidentes acaecidos desde las elecciones de febrero, afirmando que habían causado más de cien muertos y quinientos heridos. Ese 15 de abril de 1936, Azaña había comparecido ante las Cortes para defender su programa de Gobierno.

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José Calvo Sotelo

 

…Decía aquí el Sr. Calvo Sotelo, al hablar de la quema de conventos y de iglesias: «Es que no solamente se han quemado las iglesias, sino que dentro de las iglesias se han quemado obras de arte, se han quemado imágenes de un valor incalculable, elementos de cultura que representaban un valor artístico para el país», y con esto el Sr. Calvo Sotelo quería lanzar sobre las multitudes que han quemado las iglesias y los conventos el anatema de su ignorancia y de su incapacidad. Quizá tenga razón el Sr. Calvo Sotelo. Efectivamente, son los trabajadores, es la multitud, es el pueblo quien ha quemado las iglesias, quien ha quemado los conventos, quien ha hecho que con las iglesias y los conventos ardieran esas obras de arte; pero ¿por qué quema el pueblo esas obras, por qué se lanza el pueblo contra la Iglesia? Se ha señalado aquí el caso y yo voy a referirlo.

Era yo un niño, tenía apenas once años. Mi padre no sabía leer ni escribir, como no lo sabía en aquella época ni el 99 por 100 de los españoles; pero tenía la curiosidad de saber y cuando podía compraba un periódico y hacía que yo, niño, se lo leyera. Yo lo leía, y periódicamente encontraba sueltos como el siguiente: «Ayer, en tal pueblo de España, se subleva la multitud, quemó las casetas de consumos y después la iglesia.» Porque para el español ha habido dos cosas que ha odiado profundamente: las casetas de consumos y las iglesias. (Risas y rumores.) Esto, comprenderán SS.SS. que no es de ayer, porque yo ya empiezo a ser viejo y a tener años; la tradición continúa. ¿Por qué el español, que se ha dicho que es profundamente religioso, tiene siempre esa inclinación a quemar las iglesias y los conventos? Porque ha visto siempre en el fraile un parásito y en el cura un enemigo secular de la clase trabajadora,  de la justicia, y por esta razón es algo que está ya en el pensamiento colectivo, es algo que persiste a través del tiempo este odio a la iglesia, y unido esto a su incapacidad e ignorancia para conocer y distinguir las obras de arte, la multitud no ve en la iglesia y en el convento más que a sus enemigos; las obras de arte no le preocupan porque no las conoce; su ignorancia está en que se le ha tenido alejado de la educación y de la escuela, por lo tanto, no tiene obligación de conocer dónde está la obra de arte ni si hace bien o mal con lo que realiza; se guía por su instinto, y su instinto certero le lleva a hacer esas obras de justicia. Es preciso, pues, que tengamos presente eso.

 

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Ángel Pestaña

 

 

Foto de portada: Ángel Pestaña durante su última intervención en las Cortes republicanas. Lonja de Valencia, 2-10-1937.

La moral de aquel sindicalista

Ya no tengo la memoria de antaño. Por eso me van a perdonar que no les indique la fuente de algo que leí hace ya bastantes años. El sucedido se refiere a Ángel Pestaña, un histórico dirigente de la Confederación Nacional de Trabajo, CNT.

Cuando las fuerzas políticas antimonárquicas estaban preparando lo que después se llamó el Pacto de San Sebastián, un dirigente político catalán –tampoco recuerdo el nombre- se puso en contacto con el dirigente anarcosindicalista Ángel Pestaña para que asistiera a una reunión preparatoria en París, cuyo objetivo era preparar el advenimiento de la República. Pestaña le respondió que iría a título individual. A continuación cogió el dinero que los organizadores de la conspiración le dieron para el billete del tren, del hotel y los gastos que tuviera en París. Pestaña fue a París y, como se sabe, declinó formar parte de aquel comité. Y volvió a Barcelona.

Lo primero que hizo fue presentarse en el domicilio del dirigente catalán. Le informó de su postura en París y, a continuación, le entregó una lista de sus gastos: tanto por el tren (en tercera), tanto por la estancia (una modesta pensión) y el resto del dinero sobrante. Ni un cruasán, ni un cafelito, ni una copichuela… El dirigente le dijo: «Pero, Ángel, ¿acaso no se ha tomado usted en París un cafelito?». Pestaña, a quien se le llamaba por su poco garbo físico El Caballero de la Triste Figura, respondió: «Mire usted, lo que yo me pago en Barcelona con mi propio dinero, lo hago en todas las partes donde voy».

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Ángel Pestaña en la Cárcel Modelo de Barcelona junto a otros presos políticos, entre ellos Lluís Companys, en 1930.

O tempora o mores*. Francamente, es probable que yo me hubiera tomado un calvados a cuenta del Pacto de San Sebastián. 

Pepe Luis López Bulla.

Extraído de: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/10/la-moral-de-aquel-sindicalista.html

*Qué tiempo, qué costumbres